Translate

domingo, 11 de diciembre de 2016

Quédate conmigo...

Capítulo VIII



- Discúlpame Mateo. 
- No Isabel, desahógate tranquila, es lo que necesitas...
- No Mateo, no es lo que necesito, estoy dentro de un bucle, estos ataques de llanto imparable me dan cada dos por tres...
- Isabel, estoy aquí; contigo. Juntos encontraremos la salida de ese bucle. 
- No quiero meterte en esto Mateo.
- Yo sí quiero Isabel. 
- Pero yo no...
- No seas más cabezota por Dios. 
- Mateo, no quería esto; no quería empezar así contigo. 
- Isabel, deja de preocuparte por lo que querías... Eso es pasado. La vida no es siempre como tú quieres que sea, tienes que centrarte en el ahora. El pasado como bien has dicho no lo puedes cambiar. Ahora bien, empecemos con el presente y el presente es que estoy aquí contigo, quiero apoyarte en esto, quiero seguir conociéndote...
- Pero...
- Pero ¿qué?

   Me mira con cara de súplica pícara esperando una respuesta positiva por mi parte. 

- Pero nada Mateo, que sí. Que tienes razón. Que ya está bien de negarme a no se ni siquiera a que me estoy negando, pero bueno... Acepto que me acompañes a salir de este bucle.
- Yo estoy encantado de acompañarte pero sobretodo a que dejes de negarte a encontrar tu felicidad.
- ¿Tú crees en la felicidad?
- Claro que si. Yo la consigo fácilmente cuando estoy contigo. 
- Gracias Mateo. 
- Gracias a ti Isabel. Estoy muy orgulloso de ti, de la decisión que has tomado. No vas arrepentirte. Y ahora me gustaría empezar a saber cosas de ti... 
- ¿Qué quieres saber? 
- Lo que te apetezca contarme, me da igual por donde quieras empezar por que me interesa todo de ti. 
- Yo también quiero saber cosas de ti no creas que voy a estar yo hablando sola. Esto es una cosa de dos, pero tengo una idea ¿qué te parece si nos vamos de aquí a una pizzería que está a la vuelta de la esquina y así continuamos hablando con la barriga llena? 

   Nos echamos a reír...

- Pues me parece genial, porque yo estoy esmayao.
- ¿Esmayao? Querrás decir hambriento ¿no?
- No hambriento no, la palabra es esmayao. Ya te iré enseñando el diccionario andaluz para que vayamos entendiéndonos mejor...

   No puedo aguantar la risa que me provoca su acento, él se ríe contagiado por la mía.

- Pues que no se diga... 

   No puedo ni hablar, es mirarlo y darme la risa... Su gesto pícaro acompañado de esa voz tan masculina con ese acento es pura terapia.

- Tu estas hoy muy tarrosa ¿no? Ahí llevas otra ¡ea!
- ¿Tarrosa? Ahí sí que me he perdido... La otra por lo menos la he interpretado, pero esta... ¿Qué es tarrosa? 
- Significa algo así como graciosa, que tienes ganas de cachondeo, pitorreo, ...
- ¿Qué dices? Ay por favor mas, quiero mas... Que sepas que de momento me quedo con las dos. 
- La verdad es que si hubiese sabido que te causarían tanta risa te las hubiese dicho antes; ahora vamos... Antes que sea mas tarde. 
- Si vamonos ya porque estamos esmayados...

   Ahora es el, el que suelta una carcajada.

- Isabel esmayaos no esmayados por favor... 
- Tu qué pasa ¿qué estas tarroso?
- Muy bien Isabel...

   Continuamos con el dichoso tarro ese que tanta gracia me ha hecho mientras salimos de allí para dirigirnos a la pizzería. 

- ¡Uy Mateo! Que cambio de temperatura. Mejor vamos en mi coche, nos la pedimos en el auto y nos vamos a mi casa... Mañana yo libro así que no tengo prisa y tú estás de tarde porque ya he ojeado tu horario. Además, sinceramente quiero seguir con las clases de andaluz porque me están encantando. 
- Isabel, ¿de verdad que te apetece que te acompañe a tu casa? 
- Si claro, de no ser así no te lo hubiese ofrecido; quizás... ¿a ti no? 
- Yo encantado y ahora que está todo aclarado ¡andando! Que yo también estoy arrecío
- ¿Arrecío es frío? Ay que arte por favor...

   Continuamos riéndonos de camino a casa con las pizzas incluidas, seguramente esto del idioma andaluz ha sido una estrategia para conseguir animarme y lo más interesante de todo; es que está funcionando que da gusto. 

                             ...

   Después del huracán de risas compartidas y comer hasta saciarnos; nos envuelve un repentino silencio. Mateo me mira y yo estoy completamente derretida por la belleza de esa mirada, siento como sus ojos me hablan, estoy empezando a ponerme de los nervios... 

- Gracias por esta noche Mateo, ha sido un placer compartirla contigo.

   Se incorpora acercándose a mi lentamente y por fin sin añadir nada mas me besa... Esto es lo que realmente necesitaba, volver a sentir sus labios; la humedad de su lengua se enlaza con la mía y mi excitación aumenta por segundo que pasa; este hombre me vuelve loca, es adictivo... Desliza su mano por mi nuca bajando hacia mi columna hasta llegar a mis riñones y ahí en la curva de mi cintura se detiene para acercarme a él, retira su boca de la mía para mirarme y el fuego que desprenden sus ojos enciende el mío, vuelve a besarme pero ahora con mucha mas pasión y nos dejamos llevar por el deseo que ambos sentimos.

                             ...

- Estaba impaciente Isabel, loco por volver a sentirte, por volver hacerte mía. No vuelvas a apartarme de tí.

   Mi susurro contesta al suyo.

- Por eso mismo te evitaba. Sabía que si volvía a estar contigo no podría separarme de tí. 

   Al mirarme noto el verdadero agobio en su mirada, sus ojos me gritan que tienen miedo y yo lo beso para tranquilizarlo.

- Lo he pasado mal, significas mucho para mí, aún no se por qué... No hay explicación lógica para sentir tanto por ti en tan poquísimo tiempo, pero lo siento; es lo único que tengo claro.
- A mí me pasa igual Mateo, desde ese primer beso no he podido sacarte ni un solo minuto de mi cabeza, siento haberte hecho daño pero estaba asustada; yo nunca he sentido algo tan fuerte por nadie y aún menos como tú bien dices; en tan poco tiempo... Eso me provoca miedo y quizás eso empujaba a mi mente a pensar excusas absurdas para no estar contigo...
- Es todo raro, demasiadas casualidades Isabel. De repente llego a Madrid y tú me das tu peculiar bienvenida, creí que no volvería a saber nada de ti y justamente me presentan a mi nueva compañera de trabajo y ahí estás tú, ahora resulta que no eras tú que era tu hermana, después que tú, después que te casas, después que no, cuando consigo por fin salir de allí contigo para estar juntos, ocurre ese desagradable accidente y ya no quieres saber nada de mi, hoy me propongo pasar de ti de una vez cansado de tus desplantes y te encuentro aquí... Es como si el destino nos uniera de alguna forma, eso; o es que me estás volviendo loco. 
- Pues lo mismo al otro lado, exactamente las mismas cosas se me pasaban a mí por la mente... Tampoco parecía normal, pero lo importante es que estamos aquí y ¡mirame! Quiero que te quedes conmigo.
- ¡Ah sí! ¿Estás segura? 
- Si quiero que te vengas aquí conmigo a casa. No quiero estar sola...

   Se ríe...

- Isabel, espera ¿es que no tienes punto medio?
- No, todo o nada. No necesito mas, no quiero estar sola, quiero estar contigo Mateo, formas parte de mi cordura así que de ti depende... ¿Qué pasa que no quieres?
- ¡Cómo no voy querer! ¡Claro que sí! Pero lo que quiero es que estés segura... Además en el trabajo ¿qué? 
- Lo mantendremos en secreto unos meses y listo, anda Mateo por favor, ¡quédate conmigo! 

   Sus múltiples besos son un sí rotundo, me da igual si es una locura, me da igual que aún sea un desconocido, me da igual todo... Lo único que quiero es estar con el, es cuando encuentro la paz, es cuando soy feliz.




No hay comentarios:

Publicar un comentario