Translate

sábado, 22 de octubre de 2016

El Bajón

Capitulo IV



   ¿En qué lío me estoy metiendo? ¿Me estoy metiendo? ¡No! Ya estoy metida hasta las cejas... Me dirijo hacia la cafetería sin ganas de ver al falso de Gustavo. Cada vez tengo más ganas de que llegue ya el día del plantón. Hoy mismo desconectaré la cámara; no quiero seguir escuchando la cantidad de mentiras que suelta por esa boca todos los días y a todas horas... Ya; no me interesa. ¡Ya no!

- Hola Gustavo, ¿cómo qué has venido? 
- Me apetecía ver a mi preciosa futura esposa, ¿no estoy en mi derecho?

   A que te cuelguen en la plaza de España; a eso tienes todo el derecho del mundo...

- ¡Cómo no! 
- Ese ¡cómo no! Me ha sonado sarcástico... ¿Me equivoco?
- ¿Dónde estabas ayer a las dos de la madrugada Gustavo? 
- En casa, tal y como llegamos de casa de tus padres me fui directamente a la cama, estaba muerto ¿por qué? 
- No, por preguntar simplemente...

   Mentiroso, increíblemente mentiroso... Me encantaría tanto en este momento tirarle el café hirviendo por su entrepierna y decirle embustero de mierda te oí hablar con Carmen y pasaste la noche con ella en su casa hijo de puta. Hasta el último momento va a estar engañándome... ¿No tienes límite? ¡Qué asco de persona!

- ¡Isabel! Te estoy hablando...
- Perdona cariño he tenido un lapsus. Es poco tiempo el que me queda para volver a la reunión... Exactamente diez minutos, así que con muchísima pena tengo que dejarte mi amor. 
- Está bien, después nos vemos. Te recojo sobre las seis y vamos juntos a dar una vuelta de esas que dábamos hace años en la que hablábamos de todas nuestras cosas... ¿Te apetece? Así hacemos una pequeña despedida a nuestra soltería volviendo a donde todo empezó.

   Patético, no da para mas el pobre mío ¡qué lástima!

- ¡Me encanta! Pero; es imposible... Tengo que arreglar mis últimos detallitos. Quiero que todo salga perfecto.

   Me levanto y le doy un forzado beso en la mejilla, cada vez se me hace más difícil acercarme a él.

- Está bien Isabel, llámame entonces cuando termines. Te quiero princesa.
- Yo no soy una princesa Gustavo.

   Le guiño sonriendole mientras me voy, con este gesto espero que no se enfade porque el tono no ha sido el adecuado, mi tiempo como actriz de los Óscar se está agotando.

                             ...

   Una vez terminada la reunión y después de la tensión mantenida por tener a ese bellezon frente a mi. Paso por mi consulta para recoger mis cosas y marcharme. Suerte que Mateo se ha tragado el rollo de mi hermana Sara y ahora me dejará tranquila, al menos no estaré tan tensa; aunque es solo mirarle y me pongo de los nervios. 

- Isabel, ¿ya te vas? 
- ¡Uy! No te había visto Mateo. Si, ya me voy; por fin estoy de vacaciones. No imaginas cuanto las necesito.
- Quiero que sepas que ha sido un placer conocerte y me alegro haber aclarado este ridiculo mal entendido del que te hice participe sin tener nada que ver.
- No pasa nada. Tener una hermana gemela es lo que tiene... 
- Nos vemos a tu vuelta.
- Eso es Mateo. 

   Madre mía tal y como salgo por la puerta del hospital llamo a Blanca para contárselo todo. Es la mejor portavoz para no tener que está repitiendo la historia una y otra vez. Me río sola al recordar todo lo que ha pasado hoy y lo mejor es que me siento tan feliz... ¿Quién me iba a decir a mí que ese beso sin ninguna otra intención que no fuese seguir el juego con mis amigas me llevaría a esto? Se me acelera el corazón solo de recordar el momento en que María me presentó a Mateo y el con esa cara de... ¡No me lo puedo creer! Me llamó preguntando ¿Sara? Río sin parar mientras conduzco hacia mi casa, que verdad es, que quien sola ríe de sus maldades se acuerda... De repente suena mi teléfono y es un número desconocido.

- Si.
- ¿Sara?

   Ay no por favor es Mateo, no dijo que no iba a llamar... 

- Si soy Sara, dígame...

   Se ríe...

- Perdona Sara, esto es de locos. Realmente no me conoces, bueno no lo suficiente. Te fuiste corriendo y no me dio tiempo a más... Pero esta mañana me encontré con tu hermana gemela en el hospital... No sé qué hago contándote todo esto.
- No, no continúa...

   ¡Ay me encanta!

- Has hablado con mi hermana Isabel ¿no es así? 
- Si. Así es...
- ¿Y por qué te ha dado mi teléfono?
- A ver Sara, no sé por dónde empezar. Soy Mateo.
- Mateo, Mateo... No me suena pero dime, ¿qué es lo que ocurre?

   ¿Pero como me estoy volviendo tan mala? Aguanto la risa como puedo para que no me oiga. Aunque pensándolo bien esto no es una maldad, solo una travesura para salir del paso.

- Pues nada, no sé realmente porque te estoy llamando. A ver... En la pasada madrugada del sábado, yo acababa de llegar a Madrid. Había quedado con un colega en un pub para que me recogiese;  de repente apareciste, me diste un beso y después te fuiste sin más. La verdad que pensé en no volver a verte más e incluso lo tomé como una anécdota divertida, pero hoy en la mañana, en mi trabajo, he coincidido con tu hermana Isabel, bueno realmente os parecéis tanto que pensé que eras tú...

   ¡Ay que lastima! Se le nota nervioso, lo tendré que compensar si es que hay algún momento en el que deja de hablar.

- ¡Ah! Yo tampoco pensaba verte más la verdad, bueno sinceramente verte, no te he visto pero si me has llamado que eso creo, que era aún más impensable. Lo que no me cuadra es que mi hermana le haya dado mi teléfono a un desconocido.
- Pues imagínate lo pesado que fui insistiéndole en que ella eras tú, estaría ya desesperada.

   ¡No te imaginas! Nos reímos los dos.

- Está bien, te pido disculpas por el atrevimiento que tuve la otra noche. Estarás pensando de mí lo peor, pero créeme que tiene una explicación. Así que como te debo una copa, la misma que te rechacé cuando me fui corriendo ¿qué te parece si quedamos un día de estos? Y así lo hablamos todo más tranquilamente.
- Por mi perfecto. 
- Si te digo que estos días con mi boda ando algo liadilla, pero aun así sacaré tiempo para esa copa...
- Disculpa Sara, ¿has dicho tú boda? ¿Te casas?

   ¡Ay Dios mío! Si es que no estoy acostumbrada a mentir...

- La de mi hermana Mateo, la de Isabel. Es que estoy tan emocionada que a veces creo que soy yo la que se casa. Otra cosa, se me olvidaba si no te importa... Envíame mejor un mensaje para vernos. Con el trabajo a veces es imposible contestar a las llamadas...
- Perfecto, ¿por cierto? ¿Dónde trabajas? ¿no serás médico como Isabel no? 

   ¡Madre mía! Yo que sé dónde trabajo, Isabel piensa rápido.

- Tengo una tienda canina. LadysDog
- ¿Vendes perros? 
- Si, me encantan los perros, quería tener tantos que abrí una tienda. No sabes lo mal que lo paso cada vez que me compran uno.
- Lógico, les vas cogiendo cariño. Pero para nada me diste esa impresión. Desde luego Sara eres una cajita de sorpresa.
- No imaginas, otra cosita, ¿de dónde eres? Tienes un acento andaluz muy pronunciado.
- Exacto soy andaluz, y soy Jerezano. ¿Conoces Jerez?
- ¡Ah si! Eso está en Cádiz. Si si, conozco Jerez. Vives en una ciudad muy bonita Mateo. 
- Si la verdad que Jerez es Jerez. Bueno Sara quedamos en eso, ahora tengo que dejarte porque empiezo a trabajar. Te envío un mensaje en cuanto tenga un hueco para esa copa que me debes.
- Perfecto Mateo, adiós.
- Adiós.

   Cuelgo la llamada sin ninguna gana, ¡me encanta este jerezano! Pero tengo que pensar en cómo arreglar esto. Bueno primero me voy a centrar en mi no boda y ya después me ocupo de Mateo. Lo malo que estoy mintiéndole, lo que yo odio tanto ¿pero qué hago? No le iba a decir yo soy Sara, la de la otra noche, pero ese es el nombre de mi hermana que además no es mi gemela, mi verdadero nombre es Isabel y te di ese beso por una apuesta, porque me pillé una borrachera impresionante por culpa de mi novio, si de Gustavo, el mismo que lleva dos años engañándome con su vecina y nos vamos a casar en una semana pero no voy anular la boda porque he pensado que es mejor dejarlo plantado en el altar y que pase por una humillación pública que al parecer es lo único que le importa ¡ah! Y se me olvidaba mi ramo de novia son rosas negras... 
   ¡Dios mio! Saldría corriendo, creo que pediría hasta un traslado. 
   Llamo a Montse y Lola para decirles que ahora su tienda canina es mía. 

                               ...

- Isabel, no llores más por favor te vas a poner mala.
- No puedo Blanca, imagínate cómo me siento, mira mi habitación, está hecha un desastre, desde que me trajeron mi vestido de novia no he sido capaz de levantarme de aquí.
- Bueno Isabel, por eso mismo estoy aquí. Anda, por favor, come algo y levántate. 
- ¿Sabes con la ilusión que me compré ese vestido? ¡Míralo! Es perfecto. Maldita la hora en que le dije que si nos casaríamos... 
- Lo sé Isabel, pero por favor; no puedes seguir así, hazme caso. Yo ya no sé qué decirle a tu madre. Ni a tu hermana, ni que contestarle a Gustavo. Tienes que coger el toro por los cuernos de una vez, tú eres una valiente, siempre lo has sido, si no quieres dejarlo en el altar plantado no lo dejes, llámalo ahora mismo y suspende la boda sin más. Tu familia lo entenderá cuando le cuentes la verdad. 
- ¡No! No eso sí que no, es jueves me caso este sábado llevo dos semanas aguantando no imaginas cuanto, el lunes tuve que desconectar la cámara porque ya no soportaba más mentiras y humillaciones de Gustavo. Es un hijo de puta y tiene que pagar... Lo que pasa que no me siento bien.

   Otra vez empiezo a llorar como una desesperada. 

- ¿Sabes qué le dice a Carmen? Que en un año me dejará para irse con ella, que no me quiere, pero que le interesa casarse conmigo por su trabajo. Imagínate cómo me siento cuando oigo esas cosas... He sido un interés social para el. Ha jugado conmigo durante dos años sin escrúpulos y encima no tiene límites, se va a casar conmigo para después dejarme en un año.
- Maldito cabrón. Tienes razón no merece tu piedad. Déjalo en ridiculo, desenmascararlo delante de todos va a ser su peor castigo. ¡Levanta de la cama Isabel! Vamos a recoger tu vestido negro ahora mismo. Y por cierto, no te sientas mal por tu familia porque ya te digo yo de buena tinta que cuando lo descubran todo el día de tu boda, no te van a echar nada en cara. 
- Tienes razón Blanca, aún así me sentaré con ellos a contarle todo desde el principio. 
- ¡Ay se me olvidaba! Hay un jerezano muy guapo que no para de enviarte mensajes, ahí los tiene. Asi que levántate y contéstale... Te ayudará a desconectar de toda esta mierda que envuelve a la rana esa asquerosa como tú le llamas. 
- Vale amiga, gracias.
- Voy a bajar un segundo a por unas cosas y cuando suba te quiero lista para salir pitando a por tu vestido ¿ok?
- Ok. 

   Me levanto de la cama y al mirarme al espejo estoy hecha un verdadero desastre, los ojos hinchados de tanto llorar y completamente demacrada. El pelo mejor ni me lo miro. Entro en la ducha que tanto necesito... ¡Menos mal que ha venido mi Blanquita a salvarme! 
Al salir cojo mi teléfono para ver los mensajes de Mateo...

"Hola Sara, esta tarde la tengo libre... Si te viene bien hazme un hueco y nos vemos. Tú me dices" 
           Martes a las 12:34am.

"Hola Sara, soy yo otra vez. Como ayer no me contestaste queria decirte que esta noche termino a las diez. Si puedes avísame"
          Miércoles a las 14:22am.

" Sara soy Mateo, he pensado que lo mismo no grabaste mi numero y no sabes quién te está escribiendo, si sigue en pié lo de tomarnos una copa avísame"
          Miércoles a las 20:35am.

"Buenas noches Sara, quiero que sepas que no hay compromiso ninguno entre nosotros, si no te apetece o simplemente estás ocupada dímelo. No hay problema, pero si te apetece estoy en Cuevas de Sandó. Espero tu respuesta ;)
          Miércoles a las 22:43am.

" Hola Sara, solo decirte que me hubiese encantado conocerte. Un saludo"
              Hoy a las 11:40am.

   ¡Madre mía! 

- ¡Blanca! ¡Blanca! ¿Dónde estás? 
- ¿Qué pasa Isabel? Te dije que había bajado... 
- Mateo es un sicopata.

   Blanca se ríe sin parar y yo no le veo la gracia.

- Isabel tú no estás bien ¿por qué es un sicopata? A ver, he leído todos sus mensajes... Le gustas nenita, simplemente eso, le gustas y mucho; además tiene los cojones que hay que tener aunque sea pesado. Insiste sin más... Yo ya soy fan de Mateo ¡qué lo sepas! 
- Pero el último mensaje suena a despedida...
- Normal guapa, después de cinco mensajes sin respuesta es lógico. Tendrá dignidad el chico y ahora... ¡vístete de una vez!
- Ya voy; no me estréses ¡eh! 
- Dios devuélveme la paciencia que mi amiga me arrebata cada segundo. 
- Blanca.
- Dime... 
- ¿Le contesto? Ya estoy, ¡vamos! 
- ¡Isabel! ¡Por favor! Maquíllate y péinate hazme el favor... ¿Tú te has visto la cara?
- ¿Qué hago? Es la que tengo ¿no?
- No, claro que no es la que tienes... Vamos arreglar ese desastre ¡vamos ven! 

   Coge mi estuche de maquillajes y empieza su obra de arte; aunque no sé si hoy tendré arreglo...

- ¡Mira qué guapa! Ahora sí ¡por Dios! Nos encontramos con Mateo de repente y te ve con esa cara que tenias hace dos minutos y te digo desde ya, que el último mensaje se convierte en el último de verdad... 

   Nos echamos a reír porque es verdad que mi mala cara asustaba un poco, pero ahora mi Blanquita ha hecho de hada madrina conmigo; he pasado de patito feo y triste a cisne. 
      
                             ...

   Después de recoger mi vestidazo negro y haber recuperado toda mi energía al probármelo; nos vamos para la tienda de Montse y Lola para tomarnos un café y ver por fin mi ramo de rosas negras... Aquí empezó todo en Salón de Sfleurs, la cafetería con más encanto en puro centro madrileño; es donde quedé con todas mis chicas para darles la noticia de mi boda y hoy hemos quedado para ver el ramo más oscuro de todos. 

- ¡Chicas! ¡Chicas! 

   Ahí viene mi Luis con su bolso colgado del brazo y la mano tonta...

- ¡Ay mi madre! Al final he llegado. Pensé que no daría tiempo... ¿Cómo estás Isabel? 
- Pues ahora que estamos todas mucho mejor. Ahora viene Mario y trae el ramo. 
- ¿Hoy? Pero si es jueves y la no boda es el sábado... Necesito beber algo estoy de los nervios. 
- Luis trabquilizate por favor. Lo que trae es la muestra tal y cual el original.
- Ay Lola me quedo más tranquilo. Bueno bonita mía, ese chulazo jerezano ¿qué? Me vuelve muy loca el ¡eh! 
- Ahí lleva escribiéndole desde el martes pero ella no contesta...
- Por favor dejarme de jerezano ahora. Estoy asqueada de los tíos.
- Pero ese no es un tío sin más Isabel, él es...

   Decimos todas a la vez - Luis ¡para ya!-

- Oig, como estáis todas. Así tenéis a la no novia, totalmente desmotivada. Tú hazme caso a mi, solo a mí que soy tu Luis Isabella. No ves que estas niñas lo que están son envidiosas perdías que tienen todas unos novios muy feos.
- No te pases Luis...
- Qué te calles Dolores, que eres muy pesada. 

   Ya nos está dando el ataque de risa de la que está liando este Luis que no para ni un segundo, ni para, ni calla.

- Esta bien Luis, te prometo que esta noche le contesto.

   Veo entrar a Mario y le hago un gesto con la mano.

-¿Ese es Mario? Ay que morbo...

   Otra vez todas a la vez -¡Luis!-

- Está bien, ya me callo.
- Hola Mario... Estas son mis amigas, Lola, Blanca, Montse y Luis.
- Encantado.
- Igualmente.
   
   Contestan todas.

- Siéntate Mario, que quieres tomar.
- Nada Isabel, para variar llevo algo de prisa. Te lo agradezco igualmente. 
- Bueno siéntate por lo menos ¿no?
- Si, si claro. ¡Eso sí! A ver Isabel, he traído dos buquette diferentes en el tamaño de las rosas. Para que elijas cuál de ellos te gusta mas. La verdad que al final yo que estaba tan reacio me han gustado los dos. 

   Cuidadosamente saca dos cajas donde transporta las muestras. Cada boquette está en una de ellas y yo paso de andar eligiendo algo así y le digo...

- Este Mario, este quiero.
- Pero ¿si aún no lo has visto?
- No me hace falta ver nada mas. Este es el que quiero. 

   Mario deja caer la otra caja en la silla abre la caja que he elegido. -¡Me encanta!- exclamamos todas a las vez, hoy estamos más coordinadas que nunca. 

- Espectacular amiga.
- Ay si Montse. 

   De la emoción pataleo con el ramo entre mis dos manos. 

- Bueno me alegro que te guste tanto Isabel, que os haya gustado a todos es aún más gratificante. 
- Ay si Mario, gracias. 
- Ha sido un placer, desde luego es el ramo más original de novia que hemos tenido hasta día de hoy. 
- Te llamo más tarde Mario para que cuadremos la entrega. 
- Te lo agradezco, escríbeme un correo por favor Isabel. Tengo mucho trabajo ahora, así que me harás un gran favor. 
- Perfecto, cuenta con ello. 

                            ...

   Después de pasar un maravilloso dia con mis niñas... Entro en casa y se me vuelve a venir el mundo encima. Enciendo la luz de mi nuevo salón, y me dirijo hacia el desastre total de mi habitación. Aún está encima de la cama desayuno que me preparó Blanca esta mañana. Por lo menos consigió sacarme de aquí. Miro el reloj y son las nueve. Cuelgo mi sobrio vestido negro junto al el vestido de novia de mis sueños y es entonces... Cuando decido salir de aquí corriendo. No me puedo permitir más bajonas ¡ya está bien! Llamo a mi jerezano guapo sin pensar en nada mas...

- Dime Sara.

   ¡Oig! que frío está; ¿Dime Sara? 

- ¡Hola Mateo! Lo siento pero no he podido contestarte, ya sabes la boda de mi hermana me tiene muy ocupada y si a eso le sumamos que prácticamente no he salido de mi trabajo pues... ¡Eso!

   Me río porque tanto silencio me está poniendo nerviosa... ¡Ay no sé qué más decir! 

- Te llamo en dos minutos Sara.

   ¿Qué? ¿Me ha colgado? ¿Este de que va? Bueno voy a tranquilizarme, lo mismo estaba en la consulta a ver... Miro el reloj ¡si! Puede ser que esté de guardia pero sería una putada porque no podríamos quedar y yo necesito salir de mi casa... Además me gustaba más mi decoración de antes que ésta ¡bueno no! Esta mas... Suena el teléfono y es Mateo ¡ay! 

- Dime Mateo.
- Disculpa Sara, tenía que terminar con un paciente que dejé a medias en cuanto vi que me llamabas. Menos mal que te has dignado a llamarme; te daba por perdida. 
- Bueno no me puedes perder aún porque no me has encontrado. Te recuerdo que encontraste a mi hermana. - A ella no la voy a perder al menos de vista... Aquí está María de los nervios con su boda. Prácticamente solo le queda un día. ¿Cómo está ella?
- Qué se muere...
- ¿Qué se muere?
- De los nervios Mateo.
- Lógico, es su gran día... Bueno Sara, me apetece mucho verte. Termino en cincuenta minutos, tú me dices si es hoy esa copa.
- ¡Claro que si! Para eso te he llamado. 
- Perfecto. ¿Dónde nos vemos? 
- Tú espérame en la salida de urgencias que yo paso a recogerte. Te voy a llevar a un sitio que te va encantar y así llenamos el estomago antes de esa copa ¿te parece? 
- Me parece genial. 
- Pues ahora te veo.
- Ok. Hasta ahora Sara.

   ¡Ay! Me gusta hasta su voz. Ya me está dando el ataque de nervios. Que ligera he dicho que hoy nos vemos... Aunque pensándolo bien además de ser esa mi intención cuando lo he llamado, es lo que mejor me vendrá para desconectar. Cojo mi bolso y salgo pitando porque hay un buen rato de aquí al hospital y no merece que lo haga esperar. 

                            ...
 
    ¡Ay Dios mío! Ahí está... ¡Qué nervios! Que guapo es por favor y que porte andaluz tiene ¡me encanta este hombre! Paro justo al lado y bajo la ventanilla de mi coche...

- Mateo.

   Sonríe y se acerca a mi coche para subir. Abre la puerta se sienta me da dos besos en las mejillas como si nos conociéramos de toda la vida...

- Por fin te veo Sara... 

   Se ríe tocándose ese pelazo hacía atrás, entonces me mira...

- ¿Dónde me vas a llevar? 
- Eso es sorpresa. 

   Se me cala el coche ¿qué? ¿Esto por qué ahora? ¡Qué vergüenza! Nos reímos... Y yo le soy tan sincera. Total es lo mejor.

- No me mires que me pones nerviosa y mira lo que me pasa Mateo.

   El se ríe... 

- Pues menos mal que el coche lo llevas tu, si hubiese sido yo, todavía estaríamos en la puerta de urgencias.

   Se ríe mirándome con cara de pícaro y yo estoy completamente atontada...

- ¿Dónde me vas a llevar? 
- ¿Conoces bien Madrid?
- Bien lo que se dice bien precisamente no, pero me muevo con bastante soltura. Por eso pedí plaza aquí. Siempre me he sentido como en casa. La verdad que me encanta Madrid. 
- Pues Mateo, te voy a llevar a cenar a un rinconcito íntimo con una luz tenue que te va encantar; está en la latina, es de comida argentina e italiana. Han creado una fusión de platos que hace que todo esté esquísito.
- Tal y como lo describes tiene buena pinta... 
- Pues ya hemos llegado Mateo.

   Estaciono mi coche y justo en este mismo instante suena el manos libres... ¿Una llamada ahora? ¡Mi hermana Sara! ¡No Dios mío! 

- ¿No contestas Sara? A ver si es importante... 
- No te preocupes Mateo. 

   Saco las llaves de mi coche y ambos nos bajamos. 
Menos mal que me ha llamado justo ahora que he llegado si no me da un infarto. Mi hermanita sigue insistiendo ¡qué oportuna! Una vez en la puerta y debido a su insistencia la llamo.

- Un segundo Mateo. Es mi hermana... 
- Si claro, sin problema. 
- Hemanita, ¿qué te pasa? 
- Isabel, ¿se puede saber dónde te metes? De verdad que me tienes desesperada... 
- Ay Sara, es que he estado muy liada. Ahora no te puedo atender. 
- ¿Qué estás con Gustavo? 
- No, no. Con las chicas despejándome. 
- Bueno... Está bien.
- ¿Por qué? 
- Por nada Isabel. Por favor. Mañana por la mañana hemos quedado con las tatas para desayunar en tu casa. Que no se te olvide y por favor te pido; que estés más pendiente del teléfono, estás en las últimas...
- Está bien, estaré más pendiente de él. Mañana nos vemos. Besos para todos.
- De tu parte y no te acuestes muy tarde mañana es un día muy duro y al siguiente te casas debes tener la cara relajada que es tu día.
- Si, tranquila.
- Venga pásalo bien guapa. 
- Te quiero.
- Yo más descastá... Que pareces novia a la fuga.

    Se ríe sin parar y yo tengo la cara del icono del whatsapp de los ojos redondos y mejillas rojas.

- Ya va quedando menos por fin.
- Si Isabel, a ver si pasa ya el día porque yo estoy más estresada que tú que eres la novia. No te entretengo más. Adiós.
- Adiós. 

   Le cuelgo a mi hermana y al darme la vuelta Mateo está más cerca de lo que pensaba, espero no haber dicho nada que no debía. Entramos y pedimos mesa para dos. Nos sentamos y enseguida nos atiende el camarero; Mateo no me quita ojo de encima y yo estoy atacada con tantas cosas que tengo en la cabeza y encima este hombre aquí frente a mí. Pedimos una botella de rosado para los dos y... 

- Bueno Mateo, por fin estamos aquí sentados tranquilos... 
- ¿Te pasa algo Sara? Si era una llamada importante, por mí no hay problema.
- No, no Mateo. Tú tranquilo que lo tengo todo bajo control.
- ¿Incluido yo? 

   Nos reímos y yo no aguanto su sonrisa con ese colmillo que tiene un pelin subido a la encía que le hace tener esa sonrisa tan mórbosa y simpática. Si estuviera aquí mi Luis me diría sigues sin poder resitirte a un desperfecto en los dientes... 

- No a ti no por Dios Mateo ¿cómo crees? 
- La otra noche en ese pub no parecía lo mismo...
- Bueno eso es una historia larga de contar.
- Yo estoy impaciente de saber ¿por qué yo?
- Porque estabas de espaldas por ejemplo...
- ¿Cómo que estaba de espaldas? ¿No me vistes llegar?
- No Mateo, no te vi llegar, sinceramente esa noche yo estaba algo piripi por decirlo de alguna manera. No quiero que ahora pienses que yo voy por la vida dando besos a desconocidos, que te quede muy claro. Tú has sido mi excepción. Algún día no muy lejano te lo contaré pero ahora si no te importa prefiero no hablar de eso... Necesito desconectar, estoy muy estresada. Llevo dos semanas del hospital a mi casa sin parar y con los preparativos...

   ¡Mierda! ¡Ay Dios mío que no soy Isabel! Que soy Sara... Tengo que concentrarme.

- ¿Qué te pasa? ¿Estás enferma? 
- No, no... Ayudando a mi hermana que me hacía ir cincuenta veces para agilizar todo lo de su boda.
- Qué buena hermana eres ¿no? 

   ¡Menos mal que he salido del paso! 

- Yo si soy muy buena hermana y Sara también, digo Isabel...

   ¡Otra vez! Estoy tonta perdía. No sé que me pasa. Esto no ha sido una buena idea y encima creo que está sospechando por la expresión de su cara. Me bebo la copa de una vez, a ver si así actúo mejor. 

- ¿Tenías sed no Isabel?
- ¡Uf! Sí que tengo Mateo. 
- ¡Ah si! Isabel...
- Si, pero ¿qué te pasa? Porque me preguntas dos veces. 
- Porque me estás contestando al nombre de Isabel y no te has dado ni cuenta. 

   ¡Joder! 

- Si a veces me pasa Mateo, llevan toda la vida confundiéndonos y ¡claro! Ya me he familiarizado con el nombre. 
- Eres muy rara Sara... 

   Se ríe y eleva la copa provocando un brindis. 

- ¡Oye! De rara nada guapo.
- Gracias por la parte que me toca.
- Una pregunta mas... ¿Cómo que pediste plaza aquí en Madrid? 
- Realmente me inscribí en varias ciudades pero me llamaron de aquí. La verdad que ha sido todo un acierto... 
- Bueno eso no lo sabes aún. Llevas muy poco aquí... ¿Una semana?
- Justo una semana, pero realmente lo supe desde que llegué, exactamente desde que te vi. Ese beso me encantó. Me gustó mucho, llegué a Madrid algo tocado y sin querer me diste un chute de energía, justo la que necesitaba en ese momento. 
- No te lo vas a creer pero a mí me pasó lo mismo Mateo. Yo tampoco estaba bien; realmente no estoy bien...
- Pues entonces habrá que repetirlo a ver si el efecto en ti permanece con el segundo...
- ¡Qué dices! 

   Nos reímos y seguimos hablando; más que nada lo dejo hablar a él porque hoy no controlo y no paro de meter la patita... Menos mal que he salido del paso nuevamente. Terminamos el postre y pedimos la cuenta para irnos.
   Cuando salimos nos damos cuenta de que diluvia; ¡madre mía! Vaya manera de llover... 
   Nos vamos corriendo hacia mi coche y vamos riéndonos como niños cuando de repente tropiezo y doy un resbalón cayendo de nalgas. ¡Ay Dios mío! Mi pié, lo que me faltaba. El me ayuda a levantarme y me río de la vergüenza... 

- Sara ¿te hiciste daño?
- No no, no ha sido nada Mateo.

   Me ayuda a levantarme y estamos completamente empapados...

- Sara, te duele el pie izquierdo. Y no me digas que no, soy médico. 
- ¡Qué no! 

   Me subo al coche y no puedo ni pisar el embrague... ¡Joder! ¿Esto ahora? Lo que me faltaba es llegar coja a mí no boda... Esto no me puede estar pasando. No me queda otra que decirle que conduzca el. 

- Mateo, me duele... Te va tocar llevar el coche. 
- Seguro que es un esguince déjame ver por favor... 
 
   Se baja del coche... Este hombre ahora con la que está cayendo ¡yo de verdad eh! Me cambio de asiento dentro del coche y cuando abre la puerta le digo...

- Móntate Mateo, necesito que me lleves a casa...
- Encima también eres cabezota, no entiendo porque no dejas que te mire. ¿Tienes botiquín en tu casa? 
- Si, ahora yo me lo miro y si no llamo a mi hermana Isabel, tu tranquilo.
- Sara son las dos de la madrugada ¿cómo vas a llamar ahora a tu hermana? y tienes delito si lo haces conmigo aquí. 
- Yo soy cabezota pero tú me ganas, anda pon el coche en marcha... Yo te indico.

   Vamos camino a mi casa ¡qué lejos se me está haciendo! Los parabrisas se mueven rápidamente enturbiados por tanta agua y yo tengo ganas de llorar... ¡Ay no! ¿Por qué me tiene que pasar a mí todo? 

- Hemos llegado aquí es...

   Abro con el mando la puerta del garaje.

- Llévate mi coche si quieres, quiero que entres solo para que me dejes cerca del ascensor.
- De eso nada, me pido un taxi Sara, pero primero te acompaño arriba y te veo ese pié...
- De verdad que no hace falta. No tengo nada roto.
- Eso lo sé, si no, no estarías tan calladita. 

   Baja del coche, me abre la puerta y me da la mano. La cojo como muleta para no apoyar mucho el pie. 

- Agárrate a mi Sara. Así apoyaras menos el pie. 
- Gracias Mateo.

   Pero cuando me pongo de pie 

- ¡Ains! Me duele, me duele... 

   Me mira y sin más me coje en sus brazos... 

- ¿Qué haces Mateo?
- Cogerte en brazos, no es tan complicado de adivinar.
- Eso lo sé tonto...

   Nos reímos a carcajadas y a mí se me ha olvidado el dolor... Como huele este hombre por favor. Subimos en el ascensor hasta la quinta planta y en la puerta de mi casa me baja despacito de sus brazos para soltarme en el suelo. Saco las llaves de mi bolso, abro la puerta y enciendo la luz...

- Pasa Mateo, de verdad puedo sola.

   Me siento en el sofá... Estoy empapada y el igual... 

- Déjame que te vea Sara y así me iré tranquilo. 
- Está bien...
- Quítame esa cara que me estás poniendo Sara.
- ¿Qué cara? 
- La de este tío es muy pesado...

   Nos reímos los dos mientras él descalza mi pie muy delicadamente...

- ¿Dónde te duele exactamente Sara? ¿Te duele ahora?

   ¡Ay si si! 

- ¿Tienes vendas? 
- Si, espera... 
- No te muevas, yo voy ¿dónde están?
- En el baño de mi habitación, donde está la estantería de las toallas justo abajo está el botiquín.
- Ok, enseguida vuelvo. 
- Por ahí no Mateo, por el otro lado.
- Ok.

   ¡Mierda! En mi habitación está mi vestido de novia ¿no me lo puedo creer? Pero como puedo estar tan tonta hoy... 

- Mateo ven corre.
- Ya estoy Sara... 

   Que no lo vea, que no lo vea ¡por Dios! 

- Ya estoy aquí, que impaciente eres... Tienes un buen botiquín se nota que tu hermana es médico. Déjame que te ponga esto.

   Menos mal, gracias Dios mío. Gracias... Parece que no se ha dado cuenta de nada. ¡Uf! Qué alivio. Mientras me coloca la venda observo las manos tan bonitas y delicadas que tiene. 

- Bueno Sara intenta estar en reposo mañana durante todo el día... Ha sido una torcedura sin importancia. 

   Se levanta y...

- Sara, me marcho. Ha sido un placer y tienes una casa muy bonita, aunque tu habitación algo desordenada...

   Empezamos a reír nuevamente y yo no quiero que se vaya...

- Llévate mi coche Mateo, de verdad. Mañana no voy a salir de casa y para la boda no lo necesito. Te llamo la semana que viene y me lo acercas ¿vale? 

   De repente se sienta justo a mí lado, me mira fijamente, acerca su mano hasta mi nuca introduciendo sus delicados dedos en mi pelo y me da un beso para morirse aquí mismo. Siento los latidos de mi corazón en la garganta; esto sí que no me lo esperaba, cuando termina este mágico beso, une su frente a la mía suspirando y me dice...

- Isabel por favor, no te cases. 

                                            Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario