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domingo, 16 de octubre de 2016

El Beso

Capítulo III




   Los nervios los tengo disparados, no sé si es buena idea ir a la despedida de no cambio de estado civil como dicen estas locas... Me suena el teléfono y es mamá. 

- Hola mamá.
- ¿Dónde te metes Isabel? Estamos mamá y yo cansadas de llamarte...
- Sara lo siento, es que me fui a dar una vuelta para despejarme y me dejé el teléfono en casa.
- Nos han llamado de Rosa Clara porque no has ido a la última prueba y tienes que recoger el vestido que te casas en una semana. ¿Por qué no has ido?
- Se me pasó.
- ¿Se te pasó? Isabel ¿cómo se te va pasar eso? 
- Sara no me agobies...
- Isabel ¿qué te pasa? Estás muy rara. Siempre has sido pasota, pero ahora no te entiendo, es tú boda.
- Ya sé que es mi boda, serán los nervios Sara. Dale un beso a mamá y dile que la semana que viene la tengo de vacaciones, el lunes la recojo y vamos juntas a la última prueba ¿ok?
- ¿Vas a la despedida de tus amigas hoy o no? A ver si también se te ha olvidado.
- No Sara, no se me ha olvidado. Y tu ¿por qué no te vienes? 
- Hermanita, te dije que no podía porque viene Juanjo ¿recuerdas? Llevo sin verlo cinco meses, me apetece estar con el, además yo soy algo carroza para ir con vosotras.
- Qué tonta eres, si es por eso; es para matarte, pero si es por Juanjo es totalmente comprensible. 
- Bueno Isabel, pásalo bien y ten cuidado. Yo ahora tranquilizo a mamá. 
- Dale un beso y dile que la quiero, por cierto ¿dónde está? 
- Con las tatas de Francia aquí en casa... Llegaron hoy. Tampoco te acordabas ¿a que no? 

   Nos echamos a reír las dos.

- Pues no, besos para todos entonces... 
- Anda que vaya tela como tienes la cabeza.
- A ti querría yo verte en mi situación guapa.
- Isabel ya me casé hace años. Sé perfectamente cómo te encuentras... Anda tonta, ya veras que vas a ser la novia más bonita del mundo. 
- ¿Tú crees? No sé yo ¡eh! 
- Claro que sí, sin duda.
- Bueno Sara, se me hace tarde. 
- Mañana hablamos. Te quiero hermanita.
- Yo más a ti.

   Estaba deseando colgar, el nudo que tengo en la garganta es más fuerte que yo... Y otra vez empiezo a llorar como una idiota. Vuelve a sonar mi teléfono, es Blanca, no me apetece hablar con nadie, tampoco salir. Solo tengo ganas de estar sola. 

"Amiga lo siento mucho pero no estoy de ánimos para salir, llevo toda la semana histérica y justo ahora que va aproximándose el día me está dando el bajón. Solo espero que lo comprendáis. Sois las mejores amigas del mundo y no me cansaré de daros las gracias. Besitos"

"Isabel, por favor; te vendrá bien salir y desconectar. Sé perfectamente que la situación te está superando porque es todo tan fuerte... Pero no te puedes venir abajo ahora"

"Blanca, por favor. No estoy de humor. Respétame"

   Realmente debería salir y pasarlo bien pero llevo toda la semana fingiendo, con mi familia, con Gustavo, en mi trabajo. No puedo más... Esta actitud retorcida que me posee últimamente no me hace ningún bien. Realmente no debería tener remordimientos. El daño me lo han hecho a mi,... Suena el timbre.

- ¡Sorpresa! 

   ¡Ay Dios mío! Lo que me faltaba ahora...

- No pensabas que te dejaríamos sola y de bajón. 
- Ay Luis os lo agradezco muchísimo, pero sinceramente me apetecía estar sola. 
- Isabel, tú eres fuerte. Tú puedes con esto y con más.
- Lola no sé si soy tan fuerte como pensaba. Ni siquiera puedo darle la cara a mi madre, ahora acabo de hablar con mi hermana y han venido mis tías de Francia, han venido para mí no boda. ¿Con qué cara voy a mirar a mi familia? Se lo debería haber contado todo a mi familia y haber suspendido la boda. Total, esto no sirve para nada. Tampoco me siento bien, no soy así... 

    Empiezo a llorar nuevamente sin poder evitarlo, mis amigas me consuelan y Luis como es el más sensible llora conmigo. Después de despejarme sacamos unos chupitos y jugamos a nuestro juego favorito de la adolescencia. Mentira, verdad o atrevimiento.

                             ... 

- Venga Isabel no te queda otra...
- No puedo más Lola.
- Lo siento, encima que nos has obligado a salir así de casa con estas pintas y acabar en este pub de mala muerte con la hermosa perisferia que tenemos aquí en Madrid, no puedes echarte atrás...

   ¡Madre mía ya le dieron cuerda a mi Luis! ¿Para qué se me habrá ocurrido la inapropiada idea de sacar a estas desquiciadas de mi casa?

- Está bien Luis... Acepto el reto. Venga decirme quién es la víctima.

   Observo cada rincón pero aquí no hay nadie que me llame la atención para besar. Ya no estamos en el instituto, bueno ni siquiera en la universidad; pero la verdad que me lo estoy pasando genial. Además lo mejor de este antro es que no nos conoce nadie... 

- Ese de ahí es el tuyo Isabel.
- ¿Qué? Tú estás loca Blanca.

   ¡Qué cosa más fea de hombre! 

- No Blanca ese no, Isabel tú hazle caso a tu Montse, ese que acaba de entrar que está de espaldas pidiendo en la barra, ese es el tuyo. Que empiece la cuenta atrás. Nueve, ocho, siete...

   Me levanto de la silla como puedo  y me dirijo hacia la barra, menos mal que está vuelto de espaldas así me ahorraré pasar por el mal trago de que me vea acercarme a él. Y no sé cómo; pero he llegado. Le toco el hombro y al girarse sin más le doy un apasionado beso. Riéndome por dentro como una niña tengo pánico de abrir los ojos y ver lo que acabo de besar, pero cuando lo hago para mi sorpresa ¡Madre mía que guapo! ¡Qué vergüenza! Me sonríe y me dice...

- Encantado, soy Mateo.

   Me quiero morir en este mismo instante.

- Hola Mateo, soy Sara.

   No sé porque dije el nombre de mi hermana, me quiero ir de aquí corriendo, miro donde están mis chicas y están que se parten de risa. ¿Cómo salgo de esta situación? ¡Dios mio sálvame!

   - Sara; que buen recibimiento me has dado, ha sido un placer. 

   Tiene acento andaluz, ¡ay Dios mío! Más lo miro más guapo es... ¿Qué estará pensando de mí? 

- Mateo ha sido un placer también para mí pero me tengo que ir.
- Así no me puedes dejar, al menos tomate una copa conmigo, es lo menos que podrías hacer por mí ¿no crees?
- No, creo que ya hice bastante por hoy.

   Sin más salgo de allí casi corriendo, a lo lejos oigo como me dice...

- Sara espera...

   Por fin aire libre; acelero el paso hasta doblar la esquina de la calle por si viene detrás y oigo como me llaman Blanca, Montse, Lola y Luis. Asomo un poco la cabeza y les hago un gesto con la mano para que vengan rápido...

- No te flipes Isabel, no va venir. Que más quisieras...
- Ay Luis no seas malo.
- Tu calla Lola.
- Ya estamos... Paso de ti Luis. Tu escuchame a mi Isabel, ese beso ha sido lo mejor de toda la noche; además él te ha correspondido de una forma que nos hemos quedado todas en shock. Y vaya tela con el moreno, ¡cómo es! Yo he estado a punto de meterle mi numero en el bolsillo de esa americána que llevaba puesta ¡qué calor! 
- Ay Lola por dios, cuando abrí los ojos y lo ví casi me da un infarto. De cerca es espectacular. Tan moreno y con esos ojos verdes, bueno y cómo besa... Ay no debería de sentirme tan bien como me siento pero es que creo que ese beso ha sido la cura de todos mis males.

   Sin darme cuenta suspiro mientras mis amigas se mondan de risa a mi costa... Luis pide un taxi de siete plazas para todas. Y yo mas pienso en lo sucedido; más vergüenza siento, bueno... Suerte que no lo volveré a ver nunca más. Oigo a mis amigas hablar de fondo pero yo me mantengo en las nubes. No me he podido alegrar más al decidir salir hoy. Mateo me ha dado sin saberlo la fuerza que necesitaba para seguir con mi venganza. 

- ¡Isabel! mira Isabel como está... Nena que te estamos hablando.
- Ay Luis dime, perdona.
- Perdonada, ya estamos en tu casa. ¿Estás bien para quedarte sola? 
- ¿Yo? Mejor que nunca.

   Nos echamos a reír todos incluido el taxista. Les lanzo un beso con mis manos y saco las llaves de mi bolso. Al entrar en mi casa y después de esta semana tan mala que llevo por fin me siento bien. 
Mateo, Mateo, mes has dejado tonta; este guapo andaluz me da a mí que seguro que está de paso y no lo vuelvo a ver... Aunque tampoco querría, bueno realmente si pero... Mejor, dejarlo en un divertido recuerdo.

                              ...

   ¡Ay no! ¿Quién me llama tan temprano? Necesito descansar... Cojo el teléfono para ver quién es. ¿Del hospital? 

- Dime María.
- Isabel, perdona que te moleste en tus vacaciones. Te llamo porque la reunión para la tercera edición de los mejores quince médicos, se ha adelantado para mañana lunes a las diez. Así que no me quedaba otra que avisarte hoy. Te he enviado varios mensajes pero como no me contestabas quería asegurarme de que los habías recibido.
- Estaba dormida María, disculpa. 
- Claro por eso no quise llamarte esta mañana, porque sabía que tenías tu despedida que por cierto me tienes que contar que tal...
- ¡Uf! Todo bien lo único que ocurre es que estoy en baja forma y hoy no sirvo para nada... Por cierto me has dicho esta tarde. ¿Qué hora es?
- Son las siete de la tarde Isabel. 
- ¡Ay Dios mío! Que tarde es... Bueno bonita, mañana te veo. Gracias por avisar. 

   ¿Cómo he podido dormir tantas horas seguidas? ¡Madre mía! Diez llamadas perdidas de mamá, ocho de Gustavo, dos de Blanca y cuatro de mi hermana. ¿Por dónde empiezo? Voy a llamar a mamá primero.

- Isabel, hija por favor. ¿Dónde metes el teléfono últimamente? 
- Mamá me he recogido esta mañana y llegué tan cansada que no me he enterado de ninguna llamada. Lo siento.
- ¿Te lo pasaste bien?
- Si, muy bien.
- Me alegro hija, a ver si ahora te centras en la realidad, que últimamente pareces que estás en las nubes. Ayer llegaron tus tías y quieren verte. Están aquí en casa. Ven a cenar con Gustavo, os esperamos. 
- Está bien. Ahora lo llamo y vamos para ya.
- Perfecto, ahora nos vemos y por fin estaremos todos.
- Si mamá.

    ¡Uf! Conectar con la realidad no sé si es buena idea la verdad... Llamo a Gustavo sin ninguna gana.

                             ...

   ¡Oh no! Que pocas ganas de salir de la cama... Vaya como están empezando mis no vacaciones. Últimamente todo lleva un no delante. 
   Me visto para la ocasión sobria; pantalón y blazer negra, camisa blanca y mi maxi bolso de Longchamp. El pelo suelto con raya en medio completamente liso y maquillada muy discreta, solo máscara de pestañas, algo de color en mis mejillas y brillo en los labios. 

                             ...

- Buenos días María.
- Buenos días Isabel ¡qué guapa estás! 
- Ay gracias, la ocasión lo merece. 
- En diez minutos entráis. La reunión es la sala tres, al final la hemos tenido que cambiar. Por cierto te vas a morir cuando veas al nuevo compañero que tienes. Llegó ayer y aquí estamos dándonos de ostias por el. Ay míralo ahí viene...
- María créeme, todo lo que tenía que ver lo vi ayer... 
- Isabel, créeme que no.
- Buenos días Mateo, le presento a la compañera que le comenté ayer. 

    ¿Mateo? María termina de abrir la puerta de mi consulta y cuando lo veo ¡Ay Dios mío! Me muero.

- ¿Sara? 

    Yo me quiero morir y María lo mira extrañada por llamarme Sara. ¿Qué hago? ¿Qué digo? Vaya lío en el que estoy metida... ¡Isabel piensa en algo rápido! 

- Hola Mateo, encantada. Pero no soy Sara soy Maria. Digo, perdón Isabel. Soy Isabel. 
 
   María tiene una cara muy extraña; no le cuadra nada y yo no sé cómo salir de esta situación. 

- Disculpada Isabel, eres igual que una persona que conocí justamente ayer. 
Vamos eres idéntica. Juraría que eras ella. ¿No tendrás una hermana gemela? 
- Si claro, mi hermana Sara. Somos justamente eso, gemelas idénticas.

   Me río sin parar de los nervios y María me mira atónita. En seguida sale dejándome sola con este portento de hombre. Y a él le falta tiempo para acercarse apoyando sus dos manos en la mesa de mi consulta; me mira fijamente con esos ojos verdes; y yo quiero repetir lo de anoche... Tengo que salir de aquí como sea.

- Isabel, tú eres Sara. De ahí tu delatadora risa. 
- ¿Disculpa? No tengo porque mentirte. Si fuese Sara te lo diría sin mas. Y si ahora me disculpas tengo una reunión muy importante arriba.
- Te acompaño porque yo soy uno de los votantes. Y si no te importa después de la reunión me gustaría invitarte a un café, más que nada porque vamos a ser compañeros...

    Abre la puerta de mi consulta y me hace un gesto con la mano muy caballeroso para que salga yo primera. Mis piernas están inmovilizadas... 

- Adelante Mateo, ahora subo yo, tengo que coger algunas cosas que necesito. 
- Está bien. Nos vemos ahora en la reunión. Hasta luego Sara, digo perdón María, a no que es Isabel.

   Me guiña un ojo y se va... En cuanto cierra la puerta pateo como una niña chica ¡lo sabe! ¡Lo sabe! De pronto me interrumpe...

- Isabel ¿qué haces? ¿En qué lío te has metido? ¿Desde cuándo tienes una hermana gemela? 
- María no tengo tiempo ahora, por favor tráeme algo para los nervios. 

                           ...

    Entro en la reunión y justo lo que no quería; llegar la última. ¡Qué vergüenza estoy pasando! Saludo a mis compañeros y tomo asiento, justo frente a él. ¡Qué casualidad! Para tenerlo en primer plano ¿no podía haber otro sitio libre? ¡Me quiero morir! Para colmo no para de mirarme. Sabe que soy yo, lo sabe... ¡Claro! ¿Cómo no lo va a saber? Si es que soy yo... ¿Por qué me pasa esto ahora? Sin querer lo miro y ahí está ¡qué descaro! Noto rubor en mis mejillas ¡ay Dios mío no recordaba desde cuando no me pasaba esto! Con las ganas que tenía de que llegara este momento tan importante y ahora solo tengo ganas de que termine; que situación más incomoda estoy pasando por favor. Y que guapísimo es... ¡Qué necesidad! Por fin llegan los votos y tomamos descanso. Salgo antes que el de la sala y deprisa. Pero de pronto...

- Isabel, Isabel...
 
   Me giro e inhabitablemente paro el paso.

- Dime Mateo.
- Ese café nos espera ¿no?
- Ay no, lo siento. Tengo prisa... Muchas cosas que hacer en este descanso. No me lo puedo permitir. Otro día, si será por días... Ahora somos colegas.
- Me lo debes y lo sabes...
- No sé de qué me hablas Mateo.
- Claro que lo sabes, anoche me regalaste un beso y después te fuiste corriendo. Por lo que veo es tu especialidad.

    ¡Ay Dios mío! ¿Qué digo ahora? 

- ¿Cómo? Te he dicho que te estás equivocando...

    De repente María se nos cruza en el pasillo.

- Isabel, te estaba buscando. Tu prometido está aquí. Me ha dicho que te espera en la cafetería.

    ¿Y esta por qué dice ahora lo de mi prometido? Me va dar algo... No quería que se enterara... Aunque realmente es lo mejor para salir del paso y que crea que no soy yo.

- Gracias María.
 
   María sigue... Y yo le digo.

- Disculpa Mateo, me están esperando.
- Si claro, tu prometido. Me ha quedado muy claro. Ya imagino un poco de qué va esto.

    ¡Ay Dios mío! Me está partiendo el alma esa cara con que me está mirando.

- Pues ya sabes más que yo Mateo. 
- Isabel, voy a ser muy breve. No sé qué motivo tuviste ayer para hacer lo que hiciste pero quiero que sepas que me encantó por eso mi insistencia para contigo. Ahora que me he enterado que te casas, me ha dejado de gustar tanto y sabes ¿por qué? No soy el juguete de nadie. 
- Espera Mateo. No es lo que piensas. De verdad que tengo una hermana gemela. Seguramente es ella. La llamaré y le preguntaré que pasó ayer porque tampoco entiendo nada.
- Si es verdad que es tu hermana. Dame su teléfono. Quiero hablar con ella, necesito volver a verla.
- Bueno le pregunto primero...
- No, ya que no sabes de qué va esto dame su teléfono. Si no, seguiré pensando que has sido tú y la verdad que no tendremos un buen comienzo de  colegas, como tú dices...
- Mira guapo, no tengo porque mentirte, su teléfono es...

   ¡Vaya enredo estoy formando! ¡No por favor! Y para mí mala suerte no puse mi teléfono en silencio y está sonando en mi bolso... Me mira levantando las cejas y me dice. 

- Isabel te están llamando contesta. 

   ¡Madre mía! Que torpe he sido.
Pero... Hago como si contestara pulsando el botón y silenciando la llamada.

- Gustavo mi amor, acabo de salir. Ya voy para la cafetería. 
Lo siento era mi prometido. Me tengo que ir. ¿Te ha contestado Sara?
- No.
- Pues llámala más tarde, ahora está trabajando.
 
   Me giro y me voy riéndome sola por lo bien que he salido del paso...

- Isabel.

    Ahora que quiere... Bueno lo peor es que yo no quiero que me deje de llamar Isabel, Isabel, Isabel. Toda la vida como la canción ¡Oig! Como estoy de insoportable.

- Dime Mateo.
- Disculpa, ahora de verdad. Sinceramente os parecéis tanto tu hermana y tú qué pensé que verdaderamente eras tú. Anoche lo que pasó fue una chorrada, aunque sinceramente me encantaría volver a verla. Y lo peor es que no sé ni por qué; pero mejor no la voy a llamar aunque si me gustaría que le contaras lo que ha ocurrido. Y si a ella le apetece...
- Si, si le apetece, claro que le apetece, ¡y tanto! ya te lo digo yo. La conozco somos hermanas.

    ¡Qué vergüenza! Mi subconsciente me traiciona solo. 

- No te quito más tiempo y por cierto. Felicidades.
- ¿Felicidades? ¿Por qué?
- Porque te vas a casar ¿no?

   Si tú supieras. Me río y...

- ¡Ay es verdad! Es que soy algo despistada, ya me irás conociendo.
Gracias Mateo.

                                         Continuará...





 

                      

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