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domingo, 5 de marzo de 2017

Silencio...

Capitulo XV

   Mientras estamos aquí a la espera de la salida de la intervención de mi Mateo; nos acompaña un silencio poco acogedor. Nadie dice nada; sus hermanas miran a la nada cuando lo único que tienen frente a ellas es la pared de esta silenciosa sala de espera, su padre la recorre una y otra vez de punta a punta con las manos entrelazadas en su espalda y frente a mí están sentados Tomás y Mercedes. Ambos también en silencio; Tomás con los codos apoyados en las rodillas y las manos en la cara dejando de forma evidente su gran preocupación y Mercedes con su mano en la espalda de su hijo... La presión de mi pecho apenas me deja respirar; miro el reloj y ya han pasado tres horas. Me levanto porque necesito aire y salgo fuera sin decir nada.  Recorro el pasillo que conduce a la salida exterior y nada mas ver la luz empiezan a brotar todas esas contenidas lágrimas con las que me estaba costando la vida luchar allí dentro; Miro al cielo esperando ese milagro que mi Mateo necesita para salvarse. No puedo creer aún que esto sea verdad, no puedo creer que esto sea la pura realidad. Aún trabajando en un hospital y viendo de todo diariamente, nunca pensé que podría pasar por algo así; ahora que había encontrado mi camino, ahora que había conocido lo que es el amor, ahora que era tan feliz... Dios mío por favor no te lleves a mi Mateo; no te lleves mi mitad, no me dejes a medias, no es justo... De pronto una mano en mi hombro. Me giro y es Tomás...

- Isabel ¿estás bien? 

   Lo abrazo desconsolada y se contagia de la profundidad de mi pena.

- Tranquila Isabel, tranquila. Mateo, es fuerte, tiene calidad de vida y sobre todo unas inmensas ganas de vivir. Todo va a salir bien. 
- Tomás, he hablado con un colega mío del hospital. Lo hice antes de salir para el aeropuerto en Madrid. Es uno de los mejores neurocirujanos de la capital y no me ha dado ni tan siquiera un uno por cierto de posibilidades de que esto salga bien. Lo peor no es el tumor cerebral, que ya de por sí es complicado salvarse, es la maldita metástasis que tiene en los dos órganos vitales. 
- Todo eso lo sé Isabel, pero lo tenía que intentar. No podía irse resignado. No quiere irse, aún no Isabel. Por eso lo está intentando. El es médico, sabe lo que hay, sabe que tiene la muerte a su lado y lo peor es que lo está reclamando con demasiada urgencia; el sabe que no tiene solución, pero quiere alargar el máximo posible lo que le quede de vida. 
- Tomás no estoy preparada para esto, me está viniendo demasiado grande esta situación, creo que no soy capaz de recuperar el aliento, me encuentro muy mal, siento decírtelo y siento estar aquí tan destrozada; cuando debería de estar mas fuerte que nunca pero... ¡no puedo! 
- Si puedes Isabel. Por favor, sécate esas lágrimas y entremos a tomar algo a ver si así te tranquilizas. Mateo, dice textualmente que tienes mas cojones que un romano, así que este es el momento de sacarlos Isabel. No te vengas abajo. Tienes que aprovechar cada minuto, cada segundo con el, sin pensar en lo que va a pasar, para eso tendrás tiempo después, cuando no esté. No desperdicies ni un segundo por favor, es lo que te vas a quedar y el, lo que se va a llevar; llora todo lo que quieras ahora, pero cuando entres tienes que estar mas fuerte que nunca. 
   Yo también estoy destrozado, es un hermano para mí Isabel. Tampoco me imagino una vida sin el. Pero así es la vida, nacemos para morirnos, algunos antes; otros después y por ello no puedes echar a perder los momentos tan bonitos que aún os quedan por vivir.
- Gracias Tomás. Tienes razón, toda la razón del mundo. Tengo que estar mas fuerte que nunca y lo haré por el. 
- ¡Eso es! ¿Quieres?

   Me ofrece un cigarro que yo acepto para ver si la nicotina actua sociológicamente; como dicen y me tranquiliza.

                           
                              ...

   Por fin termina la intervención después de cinco interminables horas y nos informan; tal y como imaginaba está en coma inducido, las hermanas y el padre están destrozados porque tampoco están entendiendo bien lo que nos están explicando, el médico se retira para hablar con Mercedes y Tomás, ya que es amigo de la familia; mientras el padre de Mateo me coge del brazo pidiéndome por favor, que le explique todo bien. 

- José, vamos a ver; el estado en el que se encuentra tu hijo ha sido provocado por los médicos. Es como una sedación para que lo entiendas mejor. Después de una operación tan complicada como la de Mateo es lo mas normal. Puede estar así un par de días y después despertar. 
- Pero ¿por qué está mi hijo entubado?
- José, porque está en coma inducido, es lo mismo que si hubiese entrado en coma de forma natural, con la única diferencia, que en esta ocasión se lo han provocado los médicos por la sedación. 
- Pero ¿por qué han hecho eso con mi hijo, Isabel?
- Mira José, lo mas sencillo es que olvides la palabra coma, porque realmente lo que está es sedado. Además han conseguido extraer el tumor José. Es muy buena noticia, el tumor estaba en una zona de difícil acceso; era casi imposible extraerlo y aunque aún queda luchar con todo lo demás; ya tenemos un enemigo menos en el campo de batalla.
- Ay Isabel, gracias hija.
- No tiene porque darme las gracias José por favor. Yo quiero a su hijo muchísimo. 

   Se abraza a mi con lágrimas en los ojos y yo aguanto las mías porque no quiero venirme abajo ahora que he conseguido sacar todas mis fuerzas.


                             ...
 

   A pesar de los horarios tan estrictos de visitas de la unidad de cuidados intensivos. Conseguimos entrar uno a uno. Yo me reservo para la última, cada vez estoy mas nerviosa ya que tal cual salen de la habitación, las imágenes de sus caras son desconsoladas. Llegó mi turno y al entrar me lo encuentro ahí, me acerco a él despacio y cojo su mano, al tocarlo se me eriza todo mi cuerpo, la impresión de verlo así me llena de impotencia, pero me trago la rabia y la pena para hablarle porque sé que me oirá... 

" Hola guapo, quiero que sepas que me aterra esta situación pero estoy segura que juntos, como siempre; encontraremos la manera de continuar este camino lleno de espinas. Quiero pedirte perdón por todas las veces que te rechacé, por todo lo que mi boca decía sin la aprobación de mi corazón. Me quedan por decirte tantas cosas... que ahora que he sentido en mi piel el miedo de no tener oportunidad de hacerlo, no quiero quedarme ni un solo día sin decirte lo mucho que te quiero, lo mucho que te amo y lo muchísimo que te necesito; me haces tanta falta... y por ello quería empezar hoy, ahora, en este mismo instante, porque no quiero desperdiciar ni un segundo mas. 
   Desde que te vi Mateo, desde abrí los ojos después de ese maravilloso primer beso, supe que eras tú, que eras el hombre de mi vida, me hiciste darme cuenta en un solo segundo, en ese mismo que me miraste, que nunca antes me había enamorado, solo lo hice de tí; desde ese mismo momento supe que no podía vivir sin esos ojos verdes y profundos... Esos que me hablaban en silencio con ese brillo en el que podía verme reflejada. ¡Y sí! Cuando me decías todo aquello de que te enamoraste de mí antes de abrir los ojos; yo me reía de tí o te decía pesado, ahora quiero que sepas que solo lo hacía para disimular lo recíproco que eran todos mis sentimientos. Pero lo importante es que estamos juntos y a pesar de todo lo malo estamos aquí. 
   Esta vez soy yo la que no para de hablar; desafortunadamente el tiempo de la visita ha terminado y me tengo que ir; pero mañana estaré aquí, porque sigue habiendo un mañana, saldrá el sol como cada día Mateo y yo estaré aquí ¡óyeme bien! Tienes que ser fuerte. Tienes que continuar ahí dentro; conmigo" 

   Le doy un beso en su mano y salgo de la habitación. Todos los demás no están, solo Mercedes que se quedó para irnos juntas al hotel. 

- ¿Cómo estás Isabel?
- Bien. 
- ¿Bien?
- Dentro de lo malo, bien. 
Mercedes, ¿ya se fueron todos?
- Si. Bueno José viene de nuevo. Es muy tozudo. Le he dicho -José, mira hijo el hotel está a un minuto- pero nada... Quiere pasar aquí la noche, a ver qué necesidad de estropicio que se va a dar, mañana se va a encontrar fatal. 
- La verdad; de no ser por la poca distancia que tenemos del hotel al hospital yo tampoco me iría, pero realmente es innecesario quedarse estando a menos de un minuto a pié. 
- Pues nada hija, a ver si hablas con el. Además de eso Isabel, tienen su teléfono, el mío, y el tuyo. Para avisarnos de cualquier cosa; Dios no lo quiera. 
- Hablaré con el. 
- Es que se ha impresionado mucho verlo así, yo lo conozco. 
- Normal Mercedes. Por cierto ¿han informado de algo mas en mi ausencia? 
- No, no. La verdad que la operación ha sido un éxito. Lo malo hija; eso sí me lo ha dicho a mí, es la metástasis que tiene en el pulmón y el hígado. Eso sí es bastante complicado Isabel.
- Lo se Mercedes, yo estaba fatal por eso; pero tú hijo me ha hecho cambiar el chic. Mateo no se ha resignado, ¿por qué voy hacerlo yo? Está claro que a veces es mejor la ignorancia que en este caso como el mío al ser médico, se lo hay desde el minuto uno. Al igual que Mateo. Y te aseguro que es mucho peor.
- Si hija si. Yo estaba con el, lo acompañe a recoger los resultados. Esta vida es muy injusta. Me acordé en ese momento de mi amiga, su madre. Dios sabe porque se la llevó. Esta noticia no lo hubiera superado su corazón y por lo menos descansa tranquila porque Mateo estaba bien cuando ella se fué.
- Pues si Mercedes. Todo pasa por algo.


                             ...


   Después de darme la ducha que necesitaba, salgo a la terraza de la habitación y siento un espantoso frío en mi cuerpo. Miro hacia el hospital y me parece una maldición estar tan cerca pero a la vez tan lejos de mi Mateo... Suena la puerta de mi habitación y al abrír es Tomás.

- Dime Tomás ¿pasa algo?
- Tengo una sorpresa para tí...

   Detrás de él aparece mi gran amiga Blanca, la abrazo y ambas empezamos a llorar desconsoladas... Tomás nos deja solas.

- ¿Blanca que haces aquí?
- Ay amiga, no podía dejarte sola en estos momentos. ¿Has hablado con tu madre? 
- Si, hace un rato, no me dijo nada. ¿Sabía que venias? 
- Si claro, ella y tu hermana me acompañaron a el aeropuerto.
- ¡Ay amiga! Qué alegría que estés aquí conmigo. 
- No llores Isabel.
- Déjame llorar Blanca. Llevo un día muy malo. Me quería hasta morir... que duro todo esto; de verdad amiga. Creía que no lo soportaría.
- Ya lo sé, no quiero ni imaginarme verme en una situación como la que estás pasando. Es todo muy injusto. 
- Puto Cancer de mierda. Será posible que no nos demos cuenta como nos está matando. Si Mateo no se hubiese hecho las pruebas de casualidad por los dolores de cabeza que tenía; no se hubiese dado cuenta. Imagínate. Un día estás bien y al otro...
- Ya Isa, ya lo sé. Pero ahora escúchame,  mas que nunca tienes que mantener la calma. No vale ponerte como siempre te pones. De momento no sabemos lo que va a pasar y te pido por favor que te controles.
- Si Blanca; está vez no perderé el control. 
- No quiero que te enfades pero te lo tengo que decir por si la cosa se complica, no quiero volver a verte nunca mas como ya te he visto otras veces. 
Esta última creí hasta que te perdería como amiga, así que grábate bien en esa cabecita que yo estoy aquí contigo, no estás sola ¿entendido?
- Si, Blanca. Esta vez no será igual. No creo que me queden fuerzas realmente...




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