Suena el despertador nuevamente ¡oh no! No tengo ni pizca de ganas de ir a trabajar...
- Bueno días preciosa.
- Ains Gerard... Que pereza.
- Quédate conmigo...
- No puedo.
- Si puedes Valentina.
- De verdad que no puedo Gerard.
- Pues ve a trabajar más tarde...
- He quedado a las diez con un cliente. Con el amigo de tu padre precisamente, ese tal Paolo.
- ¿Con Paolo? ¿El cirujano?
- Si.
- ¿Qué quiere ese?
- Construir aquí.
- No me gusta nada ese tío.
- Es un cliente Gerard.
- Qué vaya Jimena. Quédate conmigo y desayunamos... Después te dejo en la oficina.
- No puedo. No me digas nada más. Además he quedado yo con el. Jimena tiene otras cosas también. Estamos saturadas.
- ¿Y por qué tú?
- Porque quiere que vaya yo. Me recoge a las diez en la oficina.
- Eso no me gusta nena.
- ¡Gerard! Es un cliente...
- Os acompaño.
- ¡Qué dices! ¿Estas loco? Por ahí no paso. Es trabajo.
- Te llevo al trabajo ¿ok? No acepto un no.
- Vale.
Me levanto de la cama sin ninguna gana y está vez mi piloto me acompaña al desayuno. Está callado, pensativo... No debería de haberle dicho nada de Paolo.
- ¿Qué te pasa Gerard?
- No se nena...
Me coge de la cintura, me acerca a el pegando su cara a la mía y suspira... Lo beso y noto un Gerard preocupado. No se por qué, no tiene de que preocuparse pero si es verdad que ese tal Paolo no le gusta a nadie... Le quito las manos para ducharme sin ninguna gana. Miro el reloj... ¡Se me viene la hora encima!
- Gerard me ducho y me tengo que dar prisa... mira que hora es ya.
- Hoy comemos juntos o ¿tienes planes?
- Si tengo planes, contigo.
Le guiñó y el me sonríe... me dirijo al baño y seguidamente me visto rápida mientras el se ducha. Para hoy elijo un mono marfil de pata elefante sin mangas y escote V en la espalda, me maquillo, mi melena suelta y lista.
- Gerard ya estoy lista ¡vamos!
Me da un cachete en el culo...
- Estas muy guapa.
- Gracias...
Bajamos en el ascensor al garaje para coger mi coche y cuando abro el maletero veo dos bolsas regalo de Céline con unas maxi lazadas ¡me encanta! Me hago la disimulada. ¿Qué será? ¿Por qué no me lo ha dado? Llegando a la oficina ya no puedo aguantar más...
- Gerard, ¿y esas bolsas del maletero?
- Son para Antonella y Donatta.
¿Qué? Esto es muy fuerte...
- Su cumpleaños es este sábado. Ahora voy a comprar los billetes.
- ¿Los billetes?
- Si nena. Tu vienes conmigo. No tienes excusa es fin de semana. No trabajas.
- ¿Por qué no me dijiste nada anoche?
Me mira pícaramente...
- Porque tenía cosas más importantes de las que ocuparme... Además te lo iba a decir hoy al medio día pero... te has adelantado.
Pensabas que esas bolsas eran para tí ¿verdad?
- ¿Yo? ¡Para nada!
Empieza a reírse...
- El tuyo está en casa, en tu vestidor, por lo que veo no te has dado ni cuenta... No iba a dejar a mi otra niña sin regalito.
Me guiña y yo me muero de curiosidad de saber que es... ¡Ay Dios mío! ¿Cómo no me he dado cuenta? Si es que voy corriendo y a la ligera...
- ¡Ay Gerard! Para que te metes en nada...
- Eso digo yo... ¿Para qué tuve que venir a Barcelona?
- ¿Qué pasa te arrepientes?
- No, pero he pasado de ser independiente a depender de tus besos, de tu mirada, de tu olor, de tus caricias...
No puedo evitar reírme... El se contagia enseguida y ya hemos llegado. Le doy un beso antes de bajar...
- ¿Dónde vas?
- A trabajar...
- ¿Un pitillo?
Ains no puedo decirle que no... Son menos diez así que me dará tiempo mientras llega Paolo.
- Esta bien...
Salimos del coche y se apoya en el... Está guapísimo, tan moreno, con esa barba de tres días, esa camisa celeste desaliñada y esos vaqueros que no le pueden caer mejor. A esto, estaciona un Audi negro A-8 detrás de mi coche y es Paolo se baja a saludar y yo me siento súper violenta...
- ¿Qué tal Valentina? Gerard.
Gerard lo saluda con una falsa sonrisa y mientras le da la mano apretandosela ¡madre mía! Que necesidad de situación. Estoy muriéndome de vergüenza.
- Valentina ¿nos vamos?
- Si, Paolo.
- Hasta luego Gerard. Me alegro de verte.
- Adiós Paolo.
Paolo tan educado como siempre se dirige a su coche...
- ¿Por qué le has apretado así la mano a Paolo?
- Tranquila nena. Es lenguaje masculino. El me ha entendido... ¿A qué hora te recojo?
- A las dos.
Me coge de la cintura...
- ¿No me das un beso?
- Gerard por favor...
- Uno cortito.
- Gerard ¡no!
- Valentina ¡si!
Le doy un beso corto y me muerde el labio, me giro y me voy sin mirarlo... ¡Qué vergüenza! Me subo al coche de Paolo y veo como Gerard se marcha en el mío ¡menos mal!
- Valentina te importa que pase un minuto por la clínica. Tengo que recoger una cosas.
- Si no vas a tardar...
- Sólo un minuto.
- Está bien.
No quiero ni mirar a Paolo. Vaya tela con Gerard. Pero en realidad me encanta... Si está así de celoso es porque tiene miedo de perderme, sin darme cuenta sonrío.
- Ya estamos aquí Valentina. En seguida vuelvo.
Suena el teléfono y es Jimena...
- Buenos días, ¿te quedaste dormida?
- No, estoy con Paolo de camino al solar.
- ¡Ay que susto! ¿Cómo no has subido a verme antes de irte?
- Después te cuento.
- Vale, yo me voy ya también. Cuando vuelvas no estaré, voy a Tarragona. A las siete quede con Sofi para ir de compras, pero si quieres lo dejamos para otro día.
- No, hoy perfecto. Este finde me voy a Italia, tengo fiesta de cumpleaños de las hermanas de Gerard. Así que aprovecho y me compro algo.
- ¡Qué alegría amiga! Que me gusta a mi eso de estar de arriba a abajo.
Voy a llamar a Pedro ahora mismo porque me estas dando mucha envidia...
Nos reímos.
- Jimena te dejo. Que se acerca Paolo.
- Vale, finsara.
- Adeu.
Se monta en el coche e inicia la marcha.
- Ahora sí Valentina. Ya vamos directamente al solar, a ver que te parece.
- ¿Tienes alguna idea?
- Ignazio me aconsejo que lo dejara en tus manos. Perdona Valentina si a veces tardo más en hablar pero no tengo un castellano muy perfeccionado por así decirlo.
- ¿Cómo que no?
- Me cuesta, me cuesta mucho.
- Pues quédate tranquilo que hablas súper bien castellano, pero si es más sencillo para ti... Domino italiano molto bene.
- Che buono. Sinceramente prefiero seguir practicando, me queda aquí para largo.
- Como quieras. Pero puedes estar tranquilo, es cierto que tu acento es muy pronunciado pero se te entiende muy bien.
- Grazie Valentina.
- Di niente.
Se ríe... Y hemos llegado. Estaciona el coche en un espectacular solar. A continuación nos bajamos...
- Espectacular Paolo.
- ¿Te gusta?
- Mucho.
- Pues, todo tuyo. Haz con el lo que quieras... Está en tus manos.
Le explico más o menos el estilo de casa que me gusta para construir en este tipo de terreno y asienta con la cabeza todo lo que le digo.
- Me gusta Valentina.
- Empezamos bien. Ahora me toca seguir trabajando.
- Por supuesto. ¿Dónde te llevo?
- A la oficina. En los próximos días me volveré a poner en contacto contigo para presentarte el proyecto.
- Perfecto. Te estaré esperando...
...
Después de una mañana movidita llega la hora de retocarme para comer con mi piloto.
Bajo del edificio y ahí está el... Con esa sonrisa de medio lado que me encanta y tan guapo como siempre.
- ¡Qué puntualidad!
- Estaba loco por verte...
Me dice en un suave susurro.
- Y yo estoy loca por comer... ¿Dónde me vas a llevar?
- ¡Sorpresa!
Nos subimos al coche y nos dirigimos dirección Pedralbes nuevamente.
- ¿Dónde vamos? Sabes que no me gustan las sorpresas...
- ¿No? Pues, antes te noté muy entusiasmada con las bolsas Céline.
Nos echamos a reír... Tiene salida para todo. Después dice que yo.
- Valentina vamos a casa de mamá.
Te he preparado yo la comida.
- ¿No?
- Si nena, soy toda una joya.
- Ya veo... Ya.
- Quevá, aún no has visto nada...
¿Qué tal te ha ido con Paolo?
- Muy bien.
- ¿Se puso tonto?
- No, estuvo muy educado como siempre. Creo que captó bien tu mensaje.
- Eso espero...
Llegamos y entro en la preciosa casa de Aurora... Observo que hay algunos muebles más. Se nota que están muy pendiente de ella. No le falta detalle...
Nos dirigimos fuera al porche y ahí me tiene mi piloto preparada una estupenda mesa. ¡Este hombre es perfecto! Todo al detalle, empieza a servir los platos y ¡cómo no! Es pasta... Con una buena pinta tan deliciosa como su sabor.
Disfrutamos de la comida riéndonos mucho, charlando y con nuestras continuas batallitas.
A treinta y cinco grados, más las copas de vino y la irresistible excitante compañía, se exigía un baño en aquella maravillosa piscina que yo misma diseñé, sin saber que iba a disfrutar de ella... La casa para nosotros solitos y esa fantástica música de fondo de Robin Schulz - Sun Goles Down feat. Jasmine Thompson, no pega otra cosa que un momento de locura. Me levanto y como si fuese una niña me quitó los zapatos, empiezo a bailar, Gerard me mira riéndose y le lanzó los hielos de la cubierta encima, el reacciona de inmediato siguiéndome el ritmo... Me besa y sin decir nada más, me coge en brazos lazandose conmigo a la piscina y es este el momentazo que me quedo de nosotros riéndonos, besándonos, bailando y desnudandonos dentro del agua al ritmo de la música de nuestras desnudas almas...
- ¿Qué me estás haciendo Valentina?
No hay comentarios:
Publicar un comentario